jueves, 13 de octubre de 2005

El alarido en el cielo

Martes 4 de octubre de 2005
Por Juan Manuel Vial

De un tiempo a esta parte, los noticieros centrales de los canales chilenos de televisión han comenzado a dirigir su atención hacia asuntos que antes pasaban frente a sus ojos pero preferían eludir. Las frutas maduras de este esfuerzo, por así llamarlas, son las secciones de reportajes que ahora ofrecen los informativos. A través de ellas, nos hemos enterado de la existencia de una red de estafadores especializados en esquilmar abuelitas, hemos sufrido con las desoladoras aristas de los llamados "casos humanos" o hemos dado gracias al Todopoderoso por no vivir en una de esas poblaciones donde las continuas reyertas entre narcotraficantes hacen que un acto tan inocente como salir a comprar un Candy sea una actividad sin regreso seguro.Hasta el momento, sin embargo, no habíamos apreciado nada como el reportaje que nos presentó la semana pasada "24 horas", el noticiero de Televisión Nacional. Para quien se lo perdió, el cahuín se deshilachó de la siguiente manera: ensombrecida por una expresión severísima, la conductora del programa, Consuelo Saavedra, advirtió a la teleaudiencia que parte de la prensa escrita chilena se presta para una actividad sumamente inmoral. Afírmese los churrines: en Chile, fíjese, hay diarios que publican avisos de corte sexual.
Resulta curioso que, en un país que se ha venido reventando con fuego las sanguijuelas adheridas a la carne de la mojigatería medieval, de pronto aparezca una chica como Consuelo Saavedra y se espante porque existen diarios que publican avisos de corte sexual.Resulta curioso que en un país que, con el sudor de su frente, se ha venido reventando con fuego las sanguijuelas adheridas a la carne de la mojigatería medieval, de pronto aparezca una chica como Consuelo Saavedra -a quien suponemos súper avispada y desprejuiciada- y se espante con tamaño anacronismo ante millones de telespectadores. Si los canales asotanados -el 13, Mega- salieran con una cruzada como ésta, se podría dejar pasar: el hecho sería un pelo de la cola dentro de sus propósitos moralista-evangelizadores. Pero ocurre que ha sido el canal público el que ha puesto el alarido en el cielo por una trasnochada lesera por la que, a estas alturas, ni siquiera las monjas o los Testigos de Jehová alzarían la voz. Lo que siguió a la introducción de la constreñida Consuelo fue esta perla: el autor de la nota denunció "faltas a la ética y a la moral", "hipocresía" y "prostitución encubierta". Luego, alarmado, se escandalizó a más no poder con el uso de eufemismos en los dichosos avisos, cuestionando términos que, precisamente, de puro bien convenidos que están dentro de nuestros códigos lingüísticos, no tienen nada de eufemísticos: se trata de palabras perfectamente calibradas entre la elocuencia y la elegancia, como "sauna", "masajes" o "acompañante". ¿Qué quiere el monjil reportero? ¿Que en un diario distinguido como éste se publiquen expresiones como "casa de maracas", "puta" o "semental insaciable"?Tal vez sería saludable recordarles a los responsables de "24 horas" que, en una sociedad democrática y libre, los trabajadores y trabajadoras sexuales tienen, como cualquier macro o microempresario, todo el derecho del mundo a promocionar sus servicios donde les dé la gana o donde se lo permitan las chauchas que obtienen gracias a sus sobajeos. Y también se les podría recordar que nadie los obliga a asistir a fiestas a las que no han sido invitados.
En: Mientras Tanto, LUN

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